martes, 8 de septiembre de 2009

UN PINCHAZO

Hoy es festivo aquí, no se abren las tiendas, pero he venido a ayudarle a mi marido y como de momento no hay mucha gente me he venido para la tienda, que está al ladito, para poder ver las fotos que había hecho de la cucaña.

Pero aprovechando que estoy aquí, os voy a contar lo que me pasó el sábado.

Cuando a las dos de la tarde me fui para casa noté un ruido raro en el coche, en la rueda, como un click... click...click. Al llegar al garaje miré lo que pasaba y vi un tornillo clavado en la rueda, con su rosca y todo. Tiré y conseguí arrancarlo, aunque me costó, y pensé: ¡Qué suerte he tenido que no se ha pinchado la rueda!. Subí a casa, preparé la comida, etc. etc. y a las cinco de la tarde volví a coger el coche, lo aparqué relativamente cerca de la tienda y me vine a trabajar. Por la noche, a las once más o menos, voy a coger el coche y veo que la rueda está muy desinflada. Entonces me acerqué a la gasolinera con el coche con idea de que me lo arreglasen, también allí arreglan los pinchazos. Había un montón de gente por el pueblo, muchísima, y un montón de gente en la gasolinera y sólo había una persona atendiéndola. Y entre la gasolina y los hielos que venden allí y los refrescos el pobre hombre estaba agobiado. Entonces le pregunto si me puede arreglar la rueda y me dice: ahora es imposible, mira cómo estoy, pero déjamelo ahí y mañana te lo arreglo. Yo no podía dejarlo: llevaba la compra de mis tías y se la tenía que llevar a casa. Y le dije: "No te preocupes, que lo hago yo... la desmonto y pongo la de repuesta y la pinchada te la dejo aquí y ya la cogeré mañana o pasado".

Bien... os prometo que me sabía toda la teoría: primero se aflojan un poco los tornillos, luego se coloca el gato, se levanta el coche, se terminan de aflojar los tornillos, se quita la rueda, se pone la de repuesto, se aprietan los tornillos, se baja el coche, se terminan de apretar los tornillos y se quita el gato. La teoría chupada... nunca había cambiado una rueda pero siempre me había fijado cómo lo hacían.

La teoría a veces no tiene nada que ver con la práctica, me quedó claro. Intento con la llave aflojar los tornillos... "ni pa dios", (perdón por la expresión pero es que no encuentro otra que defina mejor la situación). No se aflojaban ni a la derecha ni a la izquierda. Entonces me dirijo al empleado y le pregunto: Oye ¿en qué sentido hay que aflojar los tornillos, hacia la derecha o hacia la izquierda?, y el hombre agobiado me dice: "siento que no pueda ayudarte pero gíralos hacia la izquierda". Y ahí voy otra vez... nada de nada. Entonces me coloco encima de la llave y empiezo a dar saltos. Mmmmm, parece que empiezan a moverse los tornillos. Hago lo mismo con los otros tres y consigo aflojarlos. A ver... pasaba un montón de gente y me miraban con cara sonriente ( la situación era cómica, lo reconozco). Cojo el gato y empiezo a estudiarlo... ¿Qué parte irá apoyada en el suelo y qué parte en el coche? (no tenía ni idea). Vuelvo otra vez al empleado: Oye... por favor... ¿qué parte apoyo en el suelo? y me dice: espera... y va corriendo a la parte de atrás y me trae un gato "industrial". Buffff, fenómeno, ¡facilísimo!, lo coloco debajo del coche y empiezo a darle para delante y para atrás y el coche va subiendo. Termino de aflojar los tornillos y quito la rueda, que me costó porque pesan un demonio. Entonces me di cuenta que el mundo está hecho para los hombres, que tienen mucha más fuerza. Cojo la de repuesto e intento encajarla en su sitio, como me resultaba muy difícil terminé sentándome en el suelo. Por fin consigo encajarla y... ¡mecachis!... me doy cuenta de que no me coinciden los agujeros de los tornillos de la rueda con los del coche. Intento mover la rueda para hacerlos coincidir y nada de nada... Vuelvo a quitar la rueda. Las manos ya las tenía negras pero no le di más importancia, al llegar a casa me las lavaría. Consigo por fin encajar los agujeros de la rueda con la parte esa del coche (que no sé cómo se llama) y pienso ¡¡¡¡ya está!!!!. Aprieto los tornillos, volví a saltar encima de ellos no vaya a ser que perdiese la rueda por el camino y ¡¡¡listo!!!. Intento quitar el gato, para delante para atrás pero el coche se levantaba más ¡claro!. Vuelvo al "gasolinero: Oye... que no sé ahora cómo bajar el coche. Espera que en un minuto voy... me dice. Y efectivamente, viene... no sé a dónde le da y el coche empieza a bajar. ¡¡¡¡BIEN.... LO CONSEGUÍ!!!!.

Y ahora es dónde deduzco que la teoría es cierta: LOS HOMBRES, CUANDO LAS MUJERES PASAMOS DE 50 AÑOS, NO NOS VEN.

Hijos de la gran chingá... la primera rueda se me pinchó a los 25 años. No hago más que bajar del coche para saber por qué el coche hacía ese ruido y se me iba para todos los lados cuando veo que se ha pinchado una rueda. Y cuando estaba pensando lo qué tenía que hacer, cuestión de un minuto, para un coche, baja un chico y me pregunta ¿te pasó algo?. Sí, se me ha pinchado una rueda. Pues no te preocupes que te la cambio enseguida. Y así fue. Este me había visto, yo tenía 25 años.

La segunda vez fue a los treinta y pico y otro tanto de lo mismo. También me había visto.

La tercera vez fue a los cuarenta y pico y me la cambió el marido de una amiga, que estaba allí.

Y la cuarta fue el sábado. Os prometo que había un montón de gente.... de hombres, de mujeres, chicos, chicas ¡¡¡¡Y NO ME VIÓ NADIE!!!!. Nadie me preguntó nada, pero nada de nada. De dónde deduzco que la teoría es cierta. Entonces noté que mi EGO femenino se resentía pero estaba tan contenta por haber sido capaz de salir yo solita de la situación que, en realidad, no me importó nada de nada. Es más... me lo tomé con tal guasa que todavía me estoy riendo hoy. Eso sí... cuando llegué a casa de mis tías lo primero que me preguntan ¿y qué te pasó en la cara?. Naaada, digo. Pues mírate en el espejo y verás. Y allí me fui y cuando me vi parecía que tenía enfrente a un indio en pie de guerra: la mayor parte de la cara la tenía pintada de negro. Recuerdo que se me venía el pelo para la cara y yo lo separaba y claro... ¡tal cómo tenía las manos!...

A ver... digo yo ¿por qué demonio tienen que pesar tanto las ruedas?. Que hagan como con las bombonas de butano. Las de Repsol, las naranjas, los envases pesan un montón, sin embargo las de Cepsa, las plateadas, pesan ocho kilos menos ¡pues que hagan lo mismo con las ruedas!. Y otra cosa... cada vez que vendan un coche en lugar de regalarte una llave que te regalen un cacharro de esos eléctricos o con pilas que aflojan los tornillos sin ningún problema. Grrrrrr.... que no hagan las cosas sólo pensando en ellos... que nosotros tenemos menos fuerza.

Pero de verdad... no os podéis imaginar lo orgullosa que me sentí al ser capaz yo solita de cambiar la rueda. Y ahora estoy hablando en serio, os lo prometo.

Lo siento... intenté resumir un poco y aún así me ha salido este testamento. Pero si os aburrís... no sigáis leyendo.

LOLITA: Eso fue lo que me pasó el sábado... que no me vieron los hijos de la gran chingá. Cuando me reencarne y vuelva a tener 20, 30, 40.... prometo que no les haré ni caso. No se lo merecen, je je je. ¡Cómo me río yo solita!.

Perdón por el latazo que os di.

Besiños a todos, la próxima vez seré más breve.

CHELIS