jueves, 14 de octubre de 2010

Salen de las entrañas de la tierra

A mi nunca me han diagnosticado claustrofobia, pero estoy convencida de que la tengo. No me gustan los lugares cerrados, no me gusta la aglomeración de gente, no me gustan los ascensores, no soporto los submarinos, ni los aviones, el metro me da un poco de "canguis", etc. etc. Por eso el día que me enteré de la noticia de esos mineros atrapados a 700 metros de la superficie me dio un vuelco el corazón. Cuando hay una desgracia así no puedo evitar ponerme en el lugar del que la sufre, no sé por qué. Y el caso es que encontrarme a 700 metros bajo tierra fue tremendo, es enterrarte vivo y sin ninguna posibilidad de sobrevivir. Así lo creí desde el principio, simplemente era cuestión de tiempo. Ni siquiera quería mencionar el tema, aunque todos los días estaba pendiente de esa gente allí "enterrada". Cuando ayer desperté con la noticia de que el primer minero ya estaba fuera, respiré aliviada, pero enseguida pensé que todavía quedaban allí abajo otros 32 y que era casi imposible que todo saliese bien, aunque me gustaría. Estas horas que han ido pasando fueron un poco angustiosas. Y esta noche me dormí tarde, todo iba bien y me alegré, y cuando me desperté ya habían salido todos y no había muerto ninguno y ¡no me lo podía creer!,¡¡¡se habían salvado todos!!!. Y yo, que por sistema soy optimista, no me perdoné el pesimismo que arrastraba esta vez. Todavía ahora me cuesta trabajo creer que todos esos mineros, después de permanecer a 700 metros de profundidad y durante dos meses y pico, hayan salvado sus vidas. Pero estoy encantada. Necesitamos leer noticias así y no las que vienen casi a diario en los periódicos. Me alegro por esos mineros y los abrazaría de uno en uno.

Un besiño a todos (los mineros) y un besiño a todas y hoy hace un buen día, con mucho sol, apropiado para esta buena noticia.

CHELIS